Dicen que se mueren los haikus
y eso es una ruina,
todo por la dichosa culpa,
del cambio climático
que lo que pilla por delante
lo convierte en papilla.
Si la primavera no es la primavera
y llueve para cuando antes no llovía,
si los veranos son de aúpa
y en los otoños se llenan de amor
las poesías,
es que algo pasa
y es por eso
que andan los poetas
preparando una buena sepultura,
a los haikus que se recitan
allí donde el alma se deja llevar
por la armonía de los radiantes
y dichosos días,
cada cual a lo suyo,
se mueren ya
no respiran,
los haikus de toda la vida.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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