Las voces que acompañan
a veces se mezclan con ladridos
y uno percibe,
lo de humano y animal
que se dan cita,
en ese tiempo que dedico
a escribir poesía,
en este otoño que me tienta
y a través de la ventana de mi vida
se dan las mismas risas,
los mismos llantos,
los mismos acarreos de mieses,
las mismas noches desquiciadas
en que uno se pregunta,
si allí al otro lado
en el vivir de los días,
como se medirá el tiempo
entre bombas y granizos de metralla,
entre aparatos de esos que nos comunican,
explotando al son que en Washington
se abre la temporada de la opera,
Fidelio, puede ser la escusa,
y en otras ciudades focos de atracción
de turistas se abren las tiendas
y se sacan a la calle souvenirs
que se venden entre sonrisas.
Que quieren que les diga
es que yo estoy en lo mío
cada vez me cuesta más
alargar la mano para recoger una sonrisa
y así y todo para cuando me insultan
suele poner la otra mejilla,
con solo ver la cara de quien ofende
y piensa que se ha ido de rositas,
me da para escribir un millón de poesías
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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