Estoy triste
y es que mi pesar
es oportuno,
he leído
que los cambios climáticos
afectan a los haikus
y eso de verdad
si que es para el alma
de los poetas inspirados
en la naturaleza viva,
una tragedia compartida
que hay que asumir
con esa ternura
propia de quienes
ven en los haikus
a unas especies de criaturas
que hay que cuidar
si se quiere
que el mundo asuma
su papel de dador de cultura
por el bien de todos,
así uno escriba que,
Y llora un alma
ya otoño de melancolía
fina y mansa lluvia.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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