miércoles, 9 de octubre de 2024

POESIA: AQUEL POETA ME GUSTABA

 Me gustaba porque su poesía 
era la vida misma, 

algo parecido a un relato 
que dependía
de esas cosas que salen 
en el día a día, 

de las personas 
que se sienten poesia

y por eso 
todo lo que hagan
y digan, 

es pura aritmética 
reconvertida
en palabras medidas 

y cimentadas
para construir sobre ellas
especie de aljibes,

de los que sacar
 el ritmo de la vida.

Aquel tío tenía 
el don de la ocurrencia,

a su manera sabía
que su poesía gozaba 
de buena prédica.

Era una especie de mensajero
llegado desde la otra vida 
para contarnos la suya.
 
Vida que resultaba 
 atractiva y sucia 
con escenas idílicas,

por allí  las ratas,
y las putas,

las borracheras y mendigos,
los trabajos de basura,

los amigos  del momento,
las ciudades malditas,

la familia con sus defectos
y sus penurias,

 y todo aquello
con lo que es posible crear 
ese ambiente que se necesita,

para seguir ejerciendo 
de eso que se explica, 
en este poema 
solo autorizado 
para ser leído,

por minorías,
pequeñas y diferentes,
en su color y etnias,
en sus hábitos y religión,

en cualquier cosa 
que pudiera ser distinta
al romanticismo puro
que se vende 
en las cátedras de literatura.

Imperan,

"en este Dios de barro,
con mirada caníbal
 
y vaivenes de quien se sabe
profeta 
que a poca cerveza que tenga
bautiza
con tal de alcanzar un clímax",

los versos rotos 
con su yema fundida 
y su clara blanca 
dispuesta para ser leida.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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