Con el cambio de hora
este poema se alarga,
se funde en un abrazo
con todo aquello que pasa,
solo le quedan al poema ganas
de no ser otra cosa
que una especie de cascada
de sensaciones
de esas que se tratan
en una parada
de esos mercados callejeros
que en las cartas de poblamiento
se marcaban
por aquello de que se abría la ciudad
al trueque
entre quienes compran y venden
al precio que se marca.
Este poema está vencido
por una hora que se avanza
y otra que se atrasa.
No se sabe el verso
parte de un día
y es que le falta
de todo un poco,
es como si se supiera
atado a una cama.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.