El tiempo nos engaña,
él siempre es el mismo,
algo parecido
a un jarrón que te cae encima
de agua fría.
Con el tiempo no se juega,
el se encarga
de poner sus cosas
boca arriba,
por eso cuando llega el momento,
no hay ninguno
en nada igual,
en estas nuestras vidas,
ocurre que para cuando nos damos cuenta
el tiempo ya no cuenta,
nada en si vale otra cosa
que una misera calderilla,
el último aliento,
la última sonrisa,
la última pena,
la última cara de despedida.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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