He cogido una caja
de esas que unos veinte kilos pesa,
de forma rectangular
con unas pegatinas,
de una casa comercial
que vende neveras.
Por fuera la caja
está cubierta de polvo,
de ese que se usa
en apariencia
para ver si uno tiene
algún tipo de alergia,
a los ácaros del polvo
o a las letras impresas
en las páginas de los libros
ya ancianas ellas.
Abrir una caja
siempre es una sorpresa,
pues sale a relucir
vida ya muerta,
recuerdos,
quien sabe si libretas,
de todo un poco
es de gran grandeza,
salir al día a día
con la cara repleta
de esas cosas que solo ocurren
para cuando uno detecta
que lo que hace está lleno
de una gran belleza.
Es como si uno descubriera
que "la maja desnuda"
puede ser cualquier mujer
del Madrid de aquella época,
menos aquella que todos piensan,
por poner un ejemplo
La Duquesa de Alba
o la modestilla
que zurcía los calcetines
a Goya,
mientras este pintaba
los fusilamientos en Madrid
por las tropas invasoras napoleónicas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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