Una verdadera trampa
era aquella montaña,
con sus cuchillas afiladas,
con su pico de oro
y sus laderas por la nieve tomadas.
A poco que no diga nada,
la imagen se borra
y me traslada
a otros lugares
con diferentes semblanzas,
el calor que llega,
el fuego que nos ata
a la tranquilidad que se nutre
de todo lo que nos pasa.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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