Si me preguntan nada digo,
callo, esta es mi suerte,
la de poeta trasmisor
de malos e impropios mensajes
y es que los míos son esas gentes,
que van y vienen
con la tristeza marcada en sus ojos,
en vivo resplandeciendo
en los largos atardeceres,
en que el que el ser se marcha de uno,
para dar paso a la noche
en que todo vuelve a ser lo mismo,
es como si uno tuviera delante
una tapia grande sobre la que rebotan
las ideas y las imágenes,
de todo aquello que ha visto y hace.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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