No miro el reloj para escribir
la poesía no conoce de horario alguno,
ella viene y va
es la más hermosas de las artes
por mi nunca conocidas,
ella está sujeta
a esa necesidad del espíritu,
es algo parecido a una especie de milagro
que llega sin ser pedido.
Ahora mismo
me dejo llevar
me convierto en el pasajero
que irrumpe en uno de esos lugares
por donde se ve de continuo
a alguien que abre un libro
para ser parte ya de la poesía
como lector empedernido,
del otro el poeta no hablo
lo que dejo por ahí tendido,
tal si fuera una especie de prenda
que lava sus pecados
bajo los rayos del sol diurnos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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