Al sol que no saldrá para los ya muertos
tú y yo allí iremos
al lugar de nuestros encuentros
llenos de ese candor, desvelo,
del triste pájaro que en el amanecer
recorre los terrenos donde estallan las bombas y los morteros.
Tristes páginas las de un libro no abierto
que será bueno, ya hecho,
para leer en esos tiempos
en que si todo es diferente, será por aquello
que la causa ya no interesa para nadie que este medio cuerdo.
El volumen de ideas y los ajetreos
me llevan por los meridianos de los pueblos
en que la paz no es nada, ni malo ni bueno,
pues todo se construye con trozos de deshechos,
de aquí y allá y es que recuerdo
el ir y venir de las gaviotas
llevando en su pico trozos de huesos, metralla,
espoletas que dejan en sus nidos,
por allí el mar airea los sentimientos,
crea espacios de amor,
las gaviotas ponen sus huevos
encima de las fotografías de quienes murieron
esperando una paz, un acuerdo,
la gloria es efímera, solo se acuerdan de los muertos,
quienes los padecieron.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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