poeta y peatón
es lo más grande
que le puede ocurrir a uno.
Los peatones no respetan
las reglas generales
que se ponen al resto de individuos,
solo los poetas saben
de que color son los semáforos
cuando no los pasa nadie,
cuando sobre ellos las palomas
construyen su nido.
Ser peatón es a estas edades
postdiluvianas algo parecido
a ser un rico mecenas
que se sabe parte
del otro lado de un mundo
con diferentes perfiles
al igual que los listones de madera
con los que se construyen los laberintos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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