Aquel tipo se bebía hasta sus poemas,
sabía lo que cuesta
volver de nuevo a vivir cada día,
la botella era su motor de arranque,
Le fallaba el freno,
por eso solía acabar rendido
a los pies de la muerte,
leerle no resultaba tarea
del otro mundo,
más bien era una cuestión fácil,
su escritura despertaba el interés
de vernos en algunos de sus lances
presentes,
¿ Quién no ha bebido alguna vez
y se ha sentido a la vez poeta?
¿ Quién de nosotros no se transforma
para escribir lo que otros quieren?
No es fácil marcar el punto,
desde donde uno
comienza a ser diferente
¿Quién es el real?
Yo me quedo con sus lecturas,
con el toque ese suyo indecente,
que sirve de puerta de entrada
a los delirios tremens.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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