No hay disculpa.
Entrar en esa ciudad
por aquí descrita,
es pasión mundana,
una especie de herejía,
ópera prima,
jugosa comedia
que nunca se sabe donde finaliza.
Nervios de acero, tienen,
quienes por ella circulan,
para esquivar los peligros,
para salir sin lesión alguna
de los agujeros negros
donde los coches sujetos
al ritmo
de sus motores
cantan canciones muy parecidas.
Las caricias del viento
que sopla en una dirección única
me dicen
y nada significan,
pues aquí estamos atados,
entre sirocos
que se descifran
en un diccionario
de alta gama su cubierta
de ovejo o cabra cachemira.
Ya en función de escriba
aparecen en el poema
episodios que parecen sacados
de una película muda.
Amén, me dije,
antes de gastar toda la artillería
en cuestiones de esas
que si se cuentan o son escritas
pueden levantar de una silla
a la más arisca de las criaturas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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