sábado, 20 de diciembre de 2025

POESIA: DE BUENA MAÑANA



En tantas soledadades. ¡En tantas!
Y eso que es barata
y ya la piara de cerdos
esperando su matanza,
que ya los carboncillos dibujaban
barcos de guerra y fragatas
de culos y cuerpos de fría hojalata.

Que ya pececillos
que yo adoraba,
que estas cosas ya son patrañas
abonos que dejamos
para que crezcan nuevas plantas;
que poemas y dilatadas
pupilas de aves que otean
desde las ramas.

La zarza que busco. ¡La zarza! 
Ardiendo ella
en el monte
en mitad de una falda.

Milagro de esos que faltan,
de vez en cuando
para que salga
el duende que siempre se traba
con las cadenas que arrastra.

Puentecillo que nos traslada
del verbo a la palabra,
del sujeto a las grafías baratas,
aqui se castra
aquello que no resuelve nada,
digamos por ejemplo
que las pisadas
de los elefantes enanos
que atraviesan las sabanas
con las trompas sobre sus espaldas.

¿Qué digo yo? Y es que no hace falta
ser leve suspiro
de viento que se marcha,
si ya entonamos canciones
entre bocinazos y toques
muchos habidos de campanas,
y troqueles de placas
de pueblos de España
donde no hablan
los abuelos y las abuelas
en los poyos que lo eran
en las puertas de las casas.

Un pequeño sueño a esperanza
que las guerras no salen baratas,
que muertos,
que calles alzadas
que edificios sin puertas y ventanas,
que escuelas sin escolares,
entre alegrias desencajadas
que se ausentaban.

Ya ataques por tierra, aire y agua,
ya también desmadradas
las obras pías,
ellas que ya jugaban
a ver quien a trompicones pasa,
si el carro de combate,
si el drón, si la espada,
en lugares que sabemos
que silban y cantan,
canciones guerreras,
en donde se odian y matan,
en mitad de una conquista cara,
entre dinero que no va a donde hace falta,
el menú del día y la la luz
que tarda.

Casca ya de pasada
la inteligencia emocional violentada,
para cuando alguien exclama:
¡todo por la patria!
entre orgias de chinches
y garrapatas,
haciendo apuestas
para ver a quien convierten
en huesped de sus levanticas
y urrañas juergas mundanas.
 
Un desaliento que ya faltaba
en bocas cerradas y en los pechos metralla.

Dos malcaradas estampas de santos
que en los altares miran las caras.

Tres sainetes a la vieja usanza sin Quinteros
ni nadie que recuerde de que tratan.

Cuatro podridas manzanas que dejan fastidiada
a una serpiente de agua.

Cinco estocazos a un peñasco que no habla.

Seis pupitres sin niños en una escuela cerrada
.
Siete problemas sobre kilos y toneladas.

Ocho días faltan para no se que que pasará si es que de verdad escque pasa.

Nueve habitaciones a cielo raso con cohetes que trasladan ostias si "h" a falta de mudas y largas
por haber subido el precio de las estilográficas.

Diez extintores de hueca carga sin bicarbonato para apagar opacas llamas.

Once tambores y una corneta atascada.

Doce manteles para una cena no muy santa.

Estos mandamientos se corrigen si hace falta,
pues forman parte de una casta,
la de quienes escriben lo que les da la gana.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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