un mes de cielos limpios
y de montañas con olor
a tierra húmeda
que sube como si fuera
por un tiro de chimenea
desde ese mar de aguas eternas
que lame las rocas,
hasta el alto vértice de la sierra
donde el ruido infernal
de un motor de gasóleo
nos indica que todo es posible
hasta en las alturas.
Playas de arenas blancas
despuntan allí
donde fantasmagóricos edificios
dejan caer con pereza sus sombras
a esas horas interminables
en que los pájaros buscan
acomodo bajo las sombras
y los mortales se encierran
tras las paredes de esos habitáculos
denominados apartamentos,
para protegerse del calor y echar la siesta.
para protegerse del calor y echar la siesta.
José Vte.Navaro Rubio
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