lunes, 1 de agosto de 2011

POESÍA: A UNA CAJA DE ALPARGATAS

De pequeño subía yo
por aquellas calles empinadas
de La Divina Pastora y Tesillo
y jugaba arrastrando un pequeño carro
hecho con una caja de alpargatas
que mi madre había truecado
por una docena larga de huevos
en aquel ultramarinos que Adelaido tenía
en una esquina de la Plaza de Pinarejo.

Un pequeño cordel de hilo de pita
y mucha fe y ganas
era lo que hacia falta a mis cinco años
para creerse que la caja era un carro
y yo el carretero que la arrastraba.

Yo podría jurar desde esta distancia
que en el juego ponía empeño y muchas   ganas.

Y de ese día recuerdo
que llegué hasta la explanada de una gran casa,
iglesia luego me dirían,
donde mujeres vestidas de riguroso negro
y velo sobre la cabeza y cara
en ella santiguándose entraban,
y me fui yo detrás de ellas,
y me quedé quieto,
y a lo sumo miraba
como un señor alzaba los brazos al cielo
y decía, baja a Dios de las nubes,
y me salí asustado por la misma puerta de entrada.

Calle Tercia hacia abajo mi carro arrastraba
mientras le daba vueltas  a la cabeza
y a aquellas enigmáticas palabras
que venían a decir algo así como "baja a Dios de las nubes".

José Vte. Navarro Rubio

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