A un pueblo, Pinarejo.
Somos los dos del tiempo
hijos del destino
uno vivo y el otro muerto.
Será que en esa espera
de dos almas gemelas
una de piedra y la otra de vil materia
pueda más la armonía que trasmite
tu prolongada calina
que mis cansinos desvelos.
La eternidad en forma de negro velo
llega cada noche con sus silencios,
con el tiempo y ya casi sin horas
desde esta lejanía transformada
sólo en asfalto y en kilómetro cero,
veo como con solo encender la luz,
en mitad de la noche, se van mis miedos.
José Vte. Navarro Rubio
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