Un a luz caída del cielo
me ha venido a abrir sus puertas
y tras ellas
me ha venido a abrir sus puertas
y tras ellas
se encuentra
sentado en silla de madera y enea
Buscarini
escribiendo un poema
inacabado y con fecha -año 1940-
Así dice lo que leí
ese día
de luna guardada en una botella
-en La Mancha-
con un Quijote de madera
presidiendo una mesa
de la cual recuerdo un centro
con racimos de poemas.
"Muero porque fui
un alma en pena
y de tanto escribir poemas
la mano firme que lo fue
me tiembla,
en menesteres de los cuales
no vale la pena
echar más cuentas,
y la lengua,
con la que incite a la clemencia,
una áspera estera
por la que transita
de vez en cuando
-sin venir a cuenta-
algún grito desgarrado
y alguna sonrisa altanera
que se viene a morir
en los vacíos huecos
donde hubo en su día muelas.
En este sanatorio
que me sirvió de cama y mesa
pasé mis últimos años
-copio de un poeta:
sin gloria ni penas-
Oí hablar de una guerra
que hasta mi ventana llegaba
en forma de palomas muertas
como quien espera
una nueva primavera
y en ella
y de haberse podido
yo hubiera sido su voceras
en el campo, en la ciudad y en las trincheras,
pero mi trino de ave muerta
ya no silvó
para esos días de un Madrid
cercado como si fuera una fiera.
Sirva este poema,
así Dios lo quiera,
para declararme a favor
de la humanidad cuerda,
esa que también sufrió
del hambre que no cesa.
Me vengo desde allí
donde los perros ladran en la Cuaresma
a contar con asperezas
que me considero poeta
que comió como pudo
desde pucheros a lentejas,
entre treguas.
En Madrid, mi Madrid,
sepultura de pies a la cabeza,
nadie me abrió una puerta
sin pegarme un portazo
tomando la delantera
y entre luces de bohemia,
chotis, cafés, porras y verbenas
si se escribió algunos de mis poemas
es porque armé buenas grescas
acompañado de mi despiadada elocuencia.
Por eso fui temido
y del temor nació mi leyenda.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.