Por un camino iba mirando
lo que podía
pues era tan poco lo que quedaba
y tantas mis prisas
que el dietario en el que escribía
contaba con tan escasas páginas cubiertas de tinta
que las urracas se descojonaban de risa.
¡Mi tierra
y parte de mi vida
perdidas van por una senda
sin encontrar
más sombras que no sean
las que producen las alas de las aves
que por encima de mi cabeza cruzan!
En los orígenes de nuestras vidas
naufraga mi memoria
y por allí dormitando
deben andar
entre piedras escondidas
aquellas mis primeras visiones
de un mundo grande y sereno
como la vida de esas aves que cruzan
camino de un majuelo
que mi padre plantó y nunca dio uva
y de una Pisada del Buey
cerca de de las Canteras
de la que solo queda piedra molida.
Volver la vista
al pueblo que dormita
con tantas casas cerradas
y tan escasas
en las escuelas risas
que uno que de esto sabe mucho
acelera el paso
para que no le caiga encima
la nostalgia esa fea y deprimida
que se come entre pan
como si fuera una tortilla
hasta las secas espigas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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