El ruido de un tractor me llega
y me viene hasta aquí
donde un teclado destila
letras blancas del tamaño de un millón de micras
que vienen a decir entre rimas
que ese tractor que a mi me intriga
viene cantando poesías
entre relinchos de caballos
y coces de astutas mulas
tan falsas como Judas.
¡Ya esta la juerga armada
en esta tarde maldita
de tiempo bendecido en mitad de una misa
por un contador de cuentos
que presagia tormentas, granizo y algo de rayos comunicando la despedida
de ese 40 de mayo
con el cual todos se quitan de encima
el polvo que les cubre la camisa!
De ruidos y palabras pedidas
va este encantamiento que me transfigura
y convierte por unas horas
en un ermitaño escondido
en lo más profundo de una gruta
adorando al sol y a la luna
y a la diosa fortuna por hacerle pobre
y desprovisto de todo aquello que a otros les produce sabor a miel con torrijas.
Dulce veneno es la envidia
que termina
por hacer del ser humana una piltrafa
y del mundo un señuelo que algunos utilizan
para su personal provecho sin más teorías.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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