Vuelvo a los orígenes
a esa edad
en que la nada y mi ser se preguntan
uno al otro y sin testigos
¿que haces por aquí amigo?
Vuelvo con algo
que no sea en los bolsillos
el brillo del vil metal
aquel que hizo de estos pueblos
en La Mancha perdidos
inmensos mojones de piedras indomables al arado y al rocío.
Vuelvo a esa casa de silencios aplastantes
capaces de derribar
sin estruendo alguno
verdaderos castillos.
Y vuelvo desde lejos
y desde allí perdido
en la inmensidad
de días que huelen a tocino
me quedo dormido
entre gavillas, sombreros de paja, almudes, celemines
y chavos morunos
de los cuales mi abuelo
contó en sus días de África alguno.
Vuelvo sin que nadie lo sepa
y para que nadie rompa el encanto
me cubro
de minutos y más minutos
que robo en la ciudad de Valencia
a los semáforos en rojo
y a los cafés tardíos
que en la terraza de un bar me sirve
un camarero pijo.
En mi retorno a esa nada
que gravita en mi cabeza
entre churumbeles y pasadizos
me escurro como una anguila, liebre o conejo cabezudo
y me llego al ser
con imperativos
para decirle al muy astuto
que se deje de llevar por la teorías de Juan Paul Sartre
y busque su libertad
fuera de mi cobijo.
Me voy a Pinarejo y en Valencia en ese momento me río
de lo que se,
por lo que soy,
porque me parieron en un uno de enero de, con números, 1955
sin más manto sobre mi cuerpo desnudo
que la blanca nieve
y en la cuadra
el rebuznar de un viejo borrico.
Me voy a la cal
para comérmela a mordiscos
para oír el resuello
de un gato en la cornisa
vomintando su furor nocturno
y para decirle al pequeño mundo
que habita en un camposanto
entre huesos y girones de ropajes casi de mendigos
que con ellos soy el mismo
y que si algún día necesitan de mi ser
para ayudar a ver nacer
una Mancha sobria y respetada en el mundo
cuentan con uno
el que les escribe,
con el otro
el que piensa
y con el resto de franela
de ese traje
que guardo para fiestas, enlaces y bautizos
en un armario en el que canta sus soledades un grillo.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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