¡La tierra!
mi tierra, en este miércoles
sin cenizas
ni fríos,
me entra por los sobacos,
venas
y órganos y organillos
y me llena de amor y cariño
por lo que me dio
templanza manchega
que no se pierde
ni harto de vino,
sosiego para poder ver las cosas
y coger siempre el mejor camino
y honradez para ser pobre hasta comiendo mendrugos.
De todo esto que les digo, cuento o barrunto,
sabemos nosotros
aquellos que nacimos
entre viseras y aguiluchos,
sayas de cardenales, curas y obispos,
albarcas duras como las ramas de los olivos
y camisas tejidas con esparto y junco
en telares perdidos
más allá del nacimiento de la conciencia en el individuo.
La tierra en la Mancha
está en el culo del mundo
asociada a todo aquello
por lo que murieron hermanos, abuelos y taciturnos copleros del mes de mayo
agarrados estos últimos
a las rejas de unos ventanuchos con olores a fritangas
tras los cuales se oía,
de vez en cuando...no siempre el cantar era el mismo,
cual sinfonía de Mozart
con violines incluidos
¡si te asomas hija se te cae encima el mundo!
Entre vírgenes y poetas
derechos de pernada
y plagas de langosta que no de langostinos
me despido
de un siglo XIV
para el cual rematando digo:
¡Vaya hostia y vaya siglo!
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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