miércoles, 3 de julio de 2013
POESÍA: OIGO UNA VOZ QUE ME LLAMA
Oigo una voz que me llama
y como su sonido sube
desde la Plaza
a esa casa hoy encantada
donde habitan entre soledades
que no se acaban las telarañas.
De allí al colegio iba
todas las mañanas
y recuerdo el olor del agua
que se calentaba
en una caldera
a la que se arrimaba
troncos de madera
hasta que esta saltaba
del recipiente
como si fuera una cascada,
En ella , es decir el agua,
se echaba
leche en polvo
que después de menearse
con larga pala
se bebía
no sin antes dar gracias
al Altísimo
por procurarnos
alimento con que llenar la panza
y a Made in USA
por no olvidarse de aquella España
de la cual ellos querían
algo más que mitigar el hambre y socorrer a los que no tenían nada.
Calle Tercia arriba
recuerdo una cueva
enfrente de aquel casino
con olores a vino y gaseosa barata
y ya camino de la escuela
la calle Melgarejo tanto se empinaba
que de vez en cuando paraba
a sabiendas
de que a pocos metros me esperaba
Doña Pía,
maestra de párvulos y párvulas.
Los días de nieve
no se olvidan
no se si es
porque la nieve es blanca
o porque
ahora me falta.
Nieve para las Navidades
cuando los niños de San Ildefonso cantaban
los números de lotería
que en una radio sonaban
a opera prima
en la Plaza de San Marcos entre góndolas venecianas.
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