Llegar a la luz extrema y sensible
para romper una lanza
por quien ya fuera en París, Madrid o la Habana
se bebió el mundo
sin necesidad de que nadie le llevara nunca a casa.
Ernest Hemingway defendió a la II República, en España,
con la pluma y con la maquina
y con el fusil de asalto lanzando, desde las trincheras, balas.
Toros corrían por sus ojos
cuando la nube prevía al sueño le atenazaba
y como si viviera en la calle de la Estafeta
se encargaba de elevar la fiesta hasta la categoría de referente de como era España.
En la Habana
ya el sol corriendo por sus espaldas
Ernest se encargaba
de escribir cuentos y páginas que le consagran
y elevan a la cúspide de la fama.
Fama y muerte a traición y por la espalda
para quien aseguraba
que la forma de pensar de las noches no sirve de nada en las mañanas.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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