I
No
sabemos ni se sabrá jamás
a
falta de filandón,
tejiendo
algún faldón,
lo
que Genarín hacia
aquel
día ya su muerte acaecida en una calle de León
junto
a una muralla antigua,
con
más de un torreón, en una extraña posición.
¿En
cuclillas?
¿Víctima,
quizás de un apretón?
¿Sepa
Dios lo que pasó?
II
Avisaba de la muerte el viento, ladino, éste de ladrón,
pues
era fatal el hedor de Genarín,
famoso
por su tesón
al
cocer en su estómago, cual olla a presión,
quintales
de orujo de buen alcohol
que
en las noches frías le llenaban de calor
cuando
dormía en la llariega
sobre
un lecho cutre sin más colchón
que
unos sacos de pellejos secos rellenos para mayor confort
con
pieles de conejos, gazapos y algún ratón.
III
Bajo
las ruedas de un camión
de
residuos sólidos de todo León Genarín yació.
¡Pobre
de él! un vidente ¡grito!
la
serdañá parece ser que le inundó, en extraña posición,
con
los calzones medio puestos
a la
altura justa de donde se pierde el honor
y la
mirada perdida,
tal
no se creyera todavía
la
forma en como la muerte le llegó,
sin
darle tiempo a encomendarse a ningún retor.
IV
El
mochuelo sobre la muralla no se creía lo que veía
pues
todo pasó de sopetón,
así
con razón
no
se dio cuenta del percance el desdichado conductor
de
aquel fúnebre camión.
Ocurrió
que el vehículo cuesta abajo rodó
y
como quien dice que no Genarín no reaccionó
ni
pudo esquivar con su look de macarra trasnochador,
cual
si fuera Lolo con su técnica china, Falun Gong,
el
fuerte impacto que lo mató.
V
Entre
pieles de conejos
que
llevaba colgando a modo de cinturón
y
panxulinas revoloteando a su alrededor,
alzaba
Genarín la copa en las tabernas de León
mientras
pedía con mucha pasión
paz
en el mundo, vino y resopón,
sexo
en su punto y como no hay tres, sin dos, perdón
para
quienes temiendo a Dios
se
van de este mundo
sin
dejar ni un miserable real de vellón
VI
Esclava
la noche,
mientras
se dormía en León,
se
sujetaban en el cielo con todo su esplendor
las
estrellas con clavos de oro
y de
latón,
ya
la luna pasaba,
ya
se oían lamentos de todo tenor,
entre
ellos los de los taberneros
gritando
¡ladrón!
por
lo que Genarín les debía y nunca les pagó.
VII
Dicen
y así se escribió
que
en una calle fría su cuerpo yació
con
la mirada perdida
cual
pidiera perdón
a
sus deudores ¡y cómo no!
a la
Mocha
por
la mucha pasión que puso en su relación
y lo
poco que él finado
en
vida la apoyó
en
aquello de sacarla de su mala posición.
VIII
¡Qué
la Mocha no era ramera!
¡Qué
la Mocha era un pendón
de
los más Grandes de León,
cual
fevienza brotando en el corazón
de
quienes solicitaban de ella
algún
que otro pecaminoso favor!
IX
Ya
muere un santo, se oye en León.
Ya
tañen las campanas, en señal de dolor.
Ya
se cierra una fosa
y se
canta ¡ alirón, alirón, Genarín, campeón!
Ya
se marchitan los pétalos de una flor
en
el parque de Quevedo en honor
de
quien con su pluma escribió,
todo
lo cotidiano es mucho y feo,
y
por esto y otras cosas
se
le dio en su tiempo más de una coz.
X
Todos
son buenas palabras hacia el difunto
en
la ciudad de León,
es
como si hablara el corazón.
Así
se oía
que
Genarín solo quería
de
la Mocha que le complaciera con su Don
y de
los taberneros de todo León
un
poco de vino en cualquier ocasión.
XI
¡Ay
de mí! se dice que exclamó
el
conductor del camión
que
acabó con la vida de Genarín en León,
Las
crónicas señalan en letra Arial
de
ordenador de buen grosor
que
lo hizo en señal de dolor,
pues
en una noche maldita la fatalidad le traicionó.
Mala
pata la suya, por ello pagó, aquel pobre conductor
con
el olvido y en ello vivió
siempre
pensando en el lance que le pasó
y en
lo que hubiera sido su vida
si
Genarín hubiera esquivado las ruedas del camión.
XII
Dicen
que se oyen en el Real de León
lamentos
que son algo así como la voz
de Genarín,
santo varón,
cuando
llega la Semana Santa cargada dolor
entre
ladridos de perros
y el
viento rugiendo en las calles sin compasión.
Es
por ello que pide su congregación más libertad de expresión
y
menos políticas madre: VOX
entre
copas de orujo y vítores a Nuestro Señor.
XIII
Si
con la Mocha hubiera estado Genarín "faciendo " el amor
o
bebiendo, está era su afición,
no
hubiera muerto bajo las ruedas de un camión.
Por
esto,
y a
falta de políticas que llenen los hogares de confort,
levantemos
la copa en su honor
y
pidamos a coro y con educación a una sola voz,
que
quiten del acceso al Congreso
la
esfínge de un león y pongan sin dilación
una
estatua de Genarín en latón
pues
León solo hay una, no dos,
y
por tanto merece el honor de servir de imagen a toda la Nación.
¿y
cómo no?
Leamos
algún efervescente sermón
por
quien dio muestras con su desmedido valor
de
lo que un hombre puede hacer
a
poco que se desabroche el cordón
que
le hace las veces de cinturón
y
baje hasta las pantorrillas, sin pudor, el calzón.
XIV
Dan
testimonio de estos hechos en León
un
ejército de seguidores
del
santo y empedernido bebedor
expandiendo
su legado
con
especial devoción,
sin
rezos, ni misas, se celebra su muerte y resurrección
entre
copas de orujo y gritos de emoción.
XV
Amén,
el gallo con xeitu cantó,
Judas
cumplió su tradición
y
Genarín salió en Santa Procesión
sin
más llumbreiru que Francisco Pérez Herrero, gran santón,
cual
rama de brezo iluminando a León en señal de perdón,
por
lo mucho que se le debe
y lo poco que en vida se le ofreció
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario