Se me encoge la piel
para cuando la lluvia
por las mejillas resbala
y un ser se aproxima
y un perro ladra
y una puerta se abre
y a través de los cristales
se ve una una cara.
Se cierra el pestillo,
llega la calma,
fuera se oye la lluvia,
los relámpagos claman,
es de noche
y pasa
que la película se pone de buen rollo,
yo me he tapado con las sábanas,
el miedo aparece,
en aquella mansión
de la campiña inglesa
con inviernos crudos,
la sensación de terror
en las uñas se clava.
Una caja de música
lanza una melodía
que no para,
mientras una vela y quien la lleva
avanzan,
nada queda,
de cordura
¡nada!
solo son ya espíritus
los que piden venganza.
No se sabe que es lo que ocurre
en aquella maldita casa,
mientras un coche se aleja,
y ya acontece
que todo comienza
como la película acaba.
Entre terrores y más terrores,
salpicando
así se escapa la tarde,
ahora que ya no le entra
más miedo en el alma.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
Poco importa el título de la película. Aquí se cuenta la sensación que se produce en quien ve una película de terror y traslada a un poema un par de escenas. Solo son un par de escenas dentro del contexto de esa película
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