lunes, 15 de abril de 2024

POESÍA: LA MUERTE TIENE UN PRECIO

 A  la muerte miro
y en ella me veo
y lo hago a través de un espejo.

Me observo
desprovisto de carne,
completamente en cueros,
con poco pelo,
las uñas largas,
sin orejas y en la cavidad orbitaria
una fosa
y de ella un gusano saliendo.

Me veo ya estiércol
de un cafetal 
o de una hacienda plantada de  bananeros,
sirviendo de compost
a esos ricos alimentos
que sirven a la humanidad
para seguir creciendo,
en todo 
menos en decoro y buenos sentimientos.

Me veo 
ya bien muerto,
con los brazos cruzados,
vestido de eso que se llama de duelo,
con coronas de flores
y en esto 
a mucha gente veo,
dando el pésame,
recordando a quien
era de ellos
amigo o conocido,
quizás nada,
solo eso que se llama
un fiambre
que se marcha 
veloz como el viento,
sin mirada,
ni pensamientos,
sin mas raíces
ni consuelos
que aquellos propios 
de un obitorio, 
al que hay que despachar 
con la rapidez del viento,
pues las tarifas son por días
y los cuerpos 
se descomponen
y si en esto no hay remedio
la tragedia es de aúpa
y el recuerdo
queda convertido en una cruz,
de esas que no mueve el viento
por mucho que sople
y por mucho que sea el tiempo
que gastemos en componer poemas
que a lo visto 
solo servirán de ejemplo
de aquello que hay que hacer
llegado el momento.

Me veo espina de sardina,
cadavérico,
con la boca cerrada,
sin muchas ganas de cuentos,
de cuerpo tendido,
mirando el cielo,
con los pies estirados,
con el cuerpo tieso,
sin más sonrisas
que las del último deseo.

Me veo bien para este poema,
solo me falta el móvil
y una guía de teléfonos
de lo demás 
con todo lo que llevo encima
por ahora me apaño sin recurrir a ningún préstamo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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