Me he estirado en la cama,
por fin
sin obligación alguna
me dejo llevar
por la fragancia
de un jazmín
de flores blancas,
que aromatiza la estancia,
desde la cual escribo
este poema que se traba
conforme se siente sujeto
de este asunto que le agrada.
Me he contemplado en el espejo,
es verdad que me he visto
muy ridículo,
tanto
que me he guiñado un ojo
antes de cruzar la linea que va
del vacío a la nada
y por aquí ando ahora
quitando telarañas
a todo aquello
que olvidado dejé un día
allí donde
es uno quien se ve
entre las sombras
que de continuo le acompañan.
No me imagino muerto
ni entre ríos de lágrimas,
a lo sumo me contemplo
fumando en pipa
saboreando una cazalla,
leyendo un libro,
paseando por una playa,
una cerveza por aquí
y una siesta si hace falta,
antes de que el calor
me invada.
Es sábado
y el mundo
muy jodido anda,
tanto que algunos
matan moscas
a estocadas,
sin entender
que las orejas y los rabos
solo se dan en las plazas,
si digo de toros,
ya saben de que se trata.
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