Nos volvemos sensibles
ante lo que ocurre
alrededor de esos espacios
en los cuales nos movemos.
Nos sentimos atraídos
por el dolor de los que sufren
y es que sin fe ni esperanza
solo hay eso que se llama
mohína a manta.
Nos brotan las lágrimas
somos la única especie
del universo
capaz de tener sentimientos,
ser racionales
y odiar si es que ese es nuestro empeño.
Nos entristece el ver
lo que en el mundo pasa,
aunque de vez en cuando salta
una noticia de esas
que lava al día la cara.
Y es que los babilónicos,
uno de los muchos
pueblos históricos,
ya utilizaban,
la formula del teorema de Pitágoras,
diez siglos antes
de que este filósofo y matemático
mediante plagio directo
se lo adjudicara,
para si mismo,
por los siglos de los siglos
hasta esta misma mañana.
Es la culpable de todo esto,
una tablilla
de cerámica,
con unos extraños signos
y rayas,
que tienen que ver
con una raíz cuadrada
y con dos catetos,
una hipotenusa
y una formula,
casi mágica,
que se utilizaba
en aquellos tiempos
en que no había nacido
el filósofo y matemático griego
del cual ahora se dice
que se llevo a su corral la cabra.
¿A ver quien le quita
ahora la fama
a Pitágoras
y lo deja con el culo pelado
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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