Me aterra la gran ciudad
con sus osamentas
de elefantes muertos;
los rascacielos
me producen urticarias entre los dedos,
allí donde la carne se convierte
casi en hueso.
Solo me gustan de las grandes ciudades
sus avenidas y parques,
sus estatuas reconociendo
algún valor y mérito
y sus fuentes de piedra
con sirenas, faunos, mitologia
y monumentos
de bronce y hierro.
Me muevo por estas ciudades
como si fuera un cuervo,
a mi me gustan las librerias
de libros viejos,
aspirar los aromas,
conversar con los libreros,
asir los libros de sus hombreras
y sacarles el polvo que llevan dentro,
una cerveza, un paseo,
un largo estar mirando
aquello que si lo coges
se ven cumplidos todos los deseos
y ya de vuelta a lo mío
a lo de ser poeta sincero,
si les digo que ese villano de villa
y ciudadano de lejos,
poco más podría decirles en un día
en que espero
que la luz que me llega
le llegue a todos los que me estén leyendo,
cada cual a lo suyo,
todos amando, todos tristes,
todos enojados, todos simiente
de un árbol que crece entre tormentos,
en el jardín de la poesía
que vamos construyendo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario