Un año llevo por estos pagos
de pocos vinos,
en que no recibí
bautizo alguno.
Un año dale que dale.
rompiendo el tiempo
y jugando a ser poeta
en una odisea sin retorno alguno.
Uno recuerda cuando llegó
y se mira y ve
que sigue siendo el mismo.
Por aquí los días son
versos y poemas,
ya pocos suspiros,
sueños enigmáticos
y de vez en cuando
más que de bodas voy
de entierros
y de funerales
cada vez más distraídos,
en que se habla de todo
menos del difunto.
Yo me veo de cuerpo presente
y por allí una caterva
de conocidos,
tomando café
sin rascarse el bolsillo,
riendo sobre ocurrencias
que son como
cañonazos al cuerpo del difunto,
y pienso ahora que puedo,
que me dejen todos estos tranquilo
que en el bar de siempre
dejaré pagado un camión
de botellas de vino,
para que allí acudan
todos aquellos
que se sirven de un día de luto,
para recordar con saña
hasta lo que no está escrito.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario