No me vengas otoño jodiendo,
ni me traigas muchas prisas,
no me pidas más lamentos
que los justos,
déjame que yo viva mi vida.
Me se en lo mío tuyo,
se que no floreces,
que no das vida,
que los corazones sobre los troncos de los árboles,
que los enamorados esculpen a cara vista,
en tus largos días desaparecen
y es que las noches son más largas
y es que todo en ti es del color negro
de las cajas en las que los difuntos acuden
a su última misa.
Se que estás y que tú lo sabes,
se que los poetas se encargan
de sacar de tus casillas
las peores de tus vistas.
me cuentan que tú,
eso dicen las ardillas,
eres igual siempre
y que ellas para comer
solo necesitan de piñas,
y si algo falta
y a mano se encuentra,
un buen cubo de basura,
se conforman ellas
con los restos de una pizza,
de esa de tres quesos,
con salmón y anchoas
combatiendo en noble lucha.
Un otoño diferente,
uno más en todas nuestras vidas
y con esto que diga
no se me ocurre nada más
y es que estoy a 24 horas
de que se de por aquí la salida
y otoños que entran
son tan poéticos
que aunque no se emplee
de la rima
calan tanto
como un pegamento
de esos que se usan
para pegar nuestras fotografías,
ante lo que se aproxima.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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