En una tienta
un toro que se creía bravo
perdió hasta la cornamenta.
El pobre torito,
se ha cambiado hasta la divisa
y ahora anda
de desea
en desea.
Busca picar
como si fuera una abeja,
y llama mansamente a las puertas
como el lobo
que se comió a la abuelita entera,
para ver si alguien le abre la puerta.
Toreros con hechuras
y toreras,
manejan con soltura
la capa de brega y la muleta,
y torean
con ese salero
que en la plaza todo revienta,
desde el alguacilillo
que pierde la trompeta,
hasta el presidente
vestido con traje de etiqueta,
que en vez de sacar el pañuelo
para que le den al torero
las dos orejas,
se saca una fotografía
de la novia que le espera,
en el tendido del siete,
guiñándole el ojo que le queda,
pues el otro lo perdió
en un corrida sin toros,
a otras esferas,
de esas
en que se lanza encima la fiera
y mete la herramienta,
en el ojo de la que solo espera
ser arremetida por la entrepierna.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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