Me disculpo por no hacer lo que usted quiera que yo haga,
me disculpo por haber botado un velero con con mastín
que no ladraba,
me disculpo por haber entrado en su mar
con un apetito voraz de ganar unas estrellas
que se caían en mitad de una tormenta descarada,
me disculpo por ser menos inculto que usted,
me disculpo por no atenderle debidamente,
por no invitarlo a que se fuera a hacer la colada,
me disculpo por escribir a estas horas
en que ya duermen las musarañas
y en la televisión anuncian panes a hostias
que algunos no comerán por mucho
que maúlle el gato que sale de nuestras entrañas,
me disculpo por no emborracharme en ese mar
que tanto promueve grandes resacas,
me disculpo por vivir las soledades en los poemas,
y en los asientos de los trenes
y en los bancos de jardines
para cuando se alza el día
y ves como salen los pobres del interior del cartón
con que están hechas las de las cajas
con marcas de neveras, lavadoras y muebles de cocina
de esos que se montan en casa,
me disculpo por eso de no usar rimas raras
para no decir nada,
me disculpo por haber nacido
adelantado al tiempo que me tocaba,
y de verdad que me disculpo
por no tener la edad del pavo
y andar detrás de una querida pava,
tanto me disculpo
que ya me cansa la palabra,
pues no hay nada que disculpar,
pues no pasa nada,
somos humanos y de la noche al alba,
nos ponemos un parche, cambiamos la cara,
y si ayer gritaba, hoy te doy la mano
y quizás dentro de unas semanas
montemos en un globo aerostático
y disfrutemos en Capadocia
de un viaje por encima de sus maravillosas montañas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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