De aquello y esto,
¿ qué digo?
Nace un poema
al que poner ritmo,
de tal forma
que nos pueda hacer sentir poseídos
de un don
que si se comparte
sienta mejor
de lo que se pensaba al principio.
Nada se escucha
que sea del interés que se desea
para cuando uno se siente vivo.
Son instantes de comedias,
de viajes bien definidos,
de crear en lo divino,
de ser agnósticos,
de celebrar un jubileo
aunque sea derrocando
una pared de cemento
de esas que salvaguardan el espíritu.
Por estos días descansamos,
son todos festivos,
cansa el comer y el beber
y el sentirse más que a gusto,
cuando todos sabemos
lo jodido que está
este podrido mundo.
Siempre se quiere lo mejor,
si es que lo mejor
está bien construido.
Cada vez uno piensa menos
pues fuera,
allí donde si se abren las ventanas
se respira aire puro,
hay algo que nos espera
si somos capaces de cambiar el rumbo
de este bajel botado
para ver como se consume
todo lo conocido.
Una vista atrás y veremos
todo aquello que nos ha servido
para llenar las alforjas
de todo lo que nos hace inseguros,
la felicidad
siempre pendiente de un suspiro;
el miedo
a flor de piel;
el respeto perdido;
las creencias incrustadas en la mente
como si fueran un tornillo,
que si se aprieta saca del interior del ser
aquel al cual servimos
algo más que de lo que creen algunos.
La vida se nos va,
a todos por minutos,
por horas,
por segundos,
por décadas,
por eras,
por siglos
y al final del recorrido
siempre seremos iguales,
seres humanos,
diminutos,
mirando las estrellas,
queriendo entender el universo,
esperando
que la luna y que el sol
y toda una serie de elementos
por el espacio perdidos,
nos den una muestra
de ese su poder mágico
que nos hace tan pequeñitos.
Felices fiestas amigas
y amigos,
uno no es nada
por eso el día 1
seguirá siendo,
la nada que se diluye
en un año nuevo
ya de antemano construido
para disfrute de los mismos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.