Un jolgorio desmedido me desvela,
es la noche la que atrae
todo aquello que me viene a la cabeza.
Listones de ideas clavados al cabezal de la cama,
en la cual alzo la cabeza
para escribir este poema,
son el índice exacto de lo que quiero que sea
una especie de escrito de esos
que aparentan una cosa cuando realmente son otra.
Sin vida no hay nada, solo queda,
el surgir de la mañanas, las noches ellas a tientas,
los días que van con sus horas
preparando la entrega
de alguna alma mala o buena
al reino de las tinieblas.
Los bosques petrificados de la muerte
en las lagunas llenas de superficiales presencias
en vez de ramas y hojas están cubiertos de esquelas,
unas y otras todas parecen sacadas de la misma escuela,
un ruego, una cita, un recuerdo y unas frases hechas
a voluntad de quienes ya mandan
en todo lo que era
parte inseparable de quien viaja sin saber
en que gasolinera, estación o ciudad eterna
pasara a ser un alma en pena.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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