No intuyo que existí
porque ya estoy muerto,
ni intuyo que viví en mi locura
dentro de una camisa de fuerza
de color blanco con correas
porque loco estuve
desde que en Madrid me sentí poeta.
Que locura mi existencia
y mi vida
junto a un río de aguas negras
y en unas tertulias
donde era
más que poeta plañidera
que observaba con tristeza
como se me tomaba
por mosquita muerta.
En aquella avenida
y en aquellos cafés
y en aquellas casas de citas
con olor a almas muertas
yo dejé mi vida
y me fui como la primavera
camino de un verano seco
que me sorbió hasta la sesera.
Casa de locos era
aquel caserón frío
donde me sentí otra vez poeta
entre delirios
y momentos de clarividencia
que ahora me atormentan.
Con capa y chambergo
y zapatillas viejas
rondaba los cafés a sabiendas
de que a la noche tendría
como techo las estrellas
ya hubiera luna en el cielo
o niebla.
Que locura mi existencia
en aquel Madrid
con tantas puertas
y tras ninguna de ellas
un buen mecenas
del cual poder decir me alegró la existencia.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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